Vivencias inolvidables

En una s ala de cine una pareja s e besa, atrás el simbolo de discapacidad

Besos de película

Después de conocer a mi amiga inseparable, o sea mi silla de ruedas, unos amigos me invitaron a ver una película. Las cosas habían cambiado un poco, ahora había entradas VIP y yo llevaba butaca incorporada, cosa muchas veces imprevista por la arquitectura de esos lugares.Leer más »Besos de película

Sueños húmedos

La noche refrescaba solo un tanto aquella playa vacía, habíamos encontrado un hueco de paraíso en aquella ribera atestada de veraneantes, cuyo anhelado bronceado se olvidaba bajo el esplendor de una gigantesca luna amarillenta que casi besaba el mar en aquel cielo despejado.Leer más »Sueños húmedos

La señora de la silla de ruedas

Cada que salía le veía, un día en aquella esquina, otra, en esa parada de bus, a veces la acompañaba un niño. Era ya una señora, quizá unos 45 años, siempre maquillada, en su silla de ruedas extendía la mano a los transeúntes y automovilistas. Los conductores le daban monedas, mientras ella les agradecía por su nombre, era como un personaje popular. ¿Qué sentía? Lo más seguro era humo. ¿Por qué lo hacía? -¡Por haragana lo más probable!- pensé.Leer más »La señora de la silla de ruedas

Buena gente

Cruzar la ciudad en auto al medio día, y hacerlo en época de verano, es algo tortuoso, al menos en el insufrible tráfico de mi ciudad. Este sábado acudíamos a una capacitación que daríamos a una PCD, una oportunidad para superarse. En la calle es impresionante ver como muchas personas se chamuscan literalmente al vender cualquier cosa en cada esquina; algunos piden dinero por sus malabares, otros por unas rosas, golosinas, y los hay por la edad o discapacidad.Leer más »Buena gente

Una chica sentada en las piernas de un chico en silla de ruedas. Fotografía antigua y muy difusa

Loca historia de amor en silla de ruedas

La tarde que menguaba era fresca, el vaivén de las personas era lo de costumbre, puestos a la mesa de aquel restaurante al aire libre, veíamos como las luces poco a poco se encendían para dar la bienvenida a esa enigmática dama llamada noche, a veces alegre y otras muy triste. Envueltos en aquel aroma artificial de café (algunos implementan aromatizantes y otros “decoran” el local con sacos de café), la sinceridad afloró como mis ganas de un cubilete, ha…que rico mojarlo con café.Leer más »Loca historia de amor en silla de ruedas