Independencia y discapacidad: las montañas de nuestra vida
Aquel día ya me había habituado a mi silla de ruedas y claro está, a las limitaciones de mí tetraplejia. Como no tenía con quien charlar en el hospicio, por las mañanas solían dejarme media hora en la puerta de entrada al lugar, querían que me distrajera viendo vehículos…¡mis gordos!Leer más »Independencia y discapacidad: las montañas de nuestra vida