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Era la época setentera, Marcelina era una joven común, soñadora y enamorada. A su vida había llegado el amor de una pareja, que se vio reflejado en un tempranero embarazo. La espera fue linda y llena de ilusiones. Llegado el día del alumbramiento los doctores le comunicaron a Marcelina que su niña era especial. Un problema congénito había afectado el desarrollo del cerebelo de la recién nacida, tendría pocas probabilidades de sobrevivir, a parte de tener paralizado casi todo su cuerpo.
Pero Marce (de cariño) no era de las que se derrumban ante las pruebas de esta vida, no, ni pensarlo. El padre de la criatura si. El hombre que había fecundado aquel ovulo, se espantó, era mucho para él, y decidió abandonar el barco. Marce quedó sola, pero con un corazón que vale por tres. Sandra Jeannette le puso por nombre.Leer más »¿Quieres participar en una inspiradora historia?