Para el odio no importa quién eres

Todos podemos hacerlo, de una u otra forma en algún momento de nuestras vidas alguien o algo nos inspira malos deseos.

Cierta vez sufrí un fuerte desdén, algo que desbalanceó mi vida desde sus cimientos, afectándola para siempre. Las circunstancias fueron muy feas, llenando mi corazón de amargura. En esa época me costaba dormir, odiaba lo que había hecho, y lo que luego me habían hecho, y fantaseaba con venganza, deseando lo peor a la persona. Era odio, un odio que nunca he vuelto a sentir.

Pero el odio hoy está presente en todos lados, en un comentario de alguna red social, ya sea descarado o sutil, en alguna iglesia, en algún programa de televisión, en el cine…y hasta en el actuar de un presidente, usted escoja cual.

Yo creo que un derecho no se puede pelear con odio, eso desvirtúa la lucha. El día de la mujer hubo una corriente que reprochaba el que se felicitara a una chica por ser mujer, esto pues entonces se celebraba la feminidad y no la lucha de sus derechos, referían que en una marcha acaecida en una fecha similar había cobrado la vida de muchas mujeres y felicitar era como ofender la memoria de ellas.

Supondré que quizá quienes tratan de refrendar derechos con este tipo de argumentos lo hacen con buenas intenciones, pero lo que se logra es polarizar el tema aun dentro de quienes respetan ese día. Esta corriente de lo políticamente correcto aunado a la indignación es una fusión que fermenta lentamente odio. Refrendar los derechos es lo correcto, felicitar no debiese indignar.

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Y es que hay una corriente dentro de los defensores de derechos que apela a la terapia de shock, a defender su ideal con las mismas armas con las que se han violentado sus vidas. Y así tenemos miembros de la comunidad Gay que en sus mítines públicos ofenden a las religiones o corrientes políticas, ridiculizando as sus líderes o tradiciones, sin reparar que dentro de esas corrientes de pensamiento hay miembros de su comunidad y defensores de la misma, logrando que los indecisos se inclinen en su contra.

Entre PCD se observa personas que realizan publicaciones llamando poco menos que tontos a quienes irrespetan los lugares reservados para PCD, habiendo quienes utilizan un léxico que denota odio y muy poca cultura. Ahora recuerdo lo sucedido con el hijo de Cuarón en los Oscar, los memes hechos a él estaban de muy mal gusto, muchos se hicieron en ignorancia, pero quienes comentaron criticándolos ofendían con tal saña, que en algunos seguro, había más odio en su corazón que en el de quienes hicieron los memes.

A nivel mundial, el odio tuvo esta semana su héroe en el terrorista que masacró a medio centenar de musulmanes en Nueva Zelanda. El odio transmitido desde quienes ostentan los poderes políticos fomentan estos horrendos crímenes contra la humanidad, son de la misma calaña que los realizados por Osama Bin Laden. ¿Qué diferencia hay que los 2 estén en lados opuestos si sus víctimas son inocentes? El peligro ahora ya no es el comunismo cómo lo intentan de camuflaje los hipócritas politiqueros, el peligro es fomentar el odio contra quien no piense igual.

Quienes han cambiado el mundo para bien NO acudieron al odio. Desde el Maestro Jesús, pasando por el emblemático Mahatma Gandhi, mi admirado Martin Luther King, entre otros, apelaron a una lucha sin odio, enseñaron a buscar ser respetados respetando, no a buscar confrontación para demostrar superioridad, que no es igualdad.

Siembra y cosecha

En esa época cuando odié, paso algo. Un día conocí a unos jóvenes que me llevaron a una iglesia, para ser parte de ella debía perdonar. Tarde un tanto en decidirme. Una noche me entregué, decidí perdonar, yo en la profundidad de mi soledad y en plena aflicción solté esa carga que mi corazón arrastraba como una auto condena imperdonable. Esa vez desee lo mejor a quien me había destrozado, y me juré que pasara lo que pasara, yo nunca haría lo mismo. Y sí, dormí con mi almohada empapada, pero al siguiente día todo tenía un color diferente y comencé a dormir sin problemas. Quizá este tipo de odio no tenga tanto que ver con los derechos o la política, pero ha sido el más cercano que viví.

El odio es un miedo intenso a no superar una prueba, es la inseguridad de aceptar que también nos equivocamos, es la idea insoportable de saber que nuestra verdad no es la verdad absoluta. Mostrarnos vulnerables debe ser primero con nosotros mismos, muchos lo reflejan sin necesidad de hacer un vídeo teatral.

La tolerancia comienza en uno mismo, y claro que debemos hacernos escuchar, pero sin dejarnos ver como un mal retrato de quienes nos han dañado. Si se opina con odio, algún desequilibrado podría actuar. No importa el tipo de odio, es una semilla que germina, que como mala hierba se te enreda y puede dar fruto en otros.

Sea como sea hay que soltar ese sentimiento, hay que desear lo mejor a esas personas que hacen daño, a quienes piensan radicalmente diferente a nosotros, sé que cuesta, pero es cuestión de salud mental, desear lo peor provoca que andes por ahí buscando culpables para justificar el odio y eso hace que no tengas paz, reflejándose en tu actuar, pues por la boca sale lo que abunda en el corazón.

De Byron Pernilla

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