Era la mañana del 21 de abril, me desperté como de costumbre poco antes de la 4:00 AM, el calor veraniego aún se sentía, incomodo, insolente a la madrugada, a veces vanidosa por fresca. Me estiré a la Homero Simpson, revisé redacciones, gráficos y definí la estrategia del día, claro, pues no había nada en agenda. El sol se asoma por mi pequeña ventana, como aquella incomoda visita que anuncia su llegada y no puedes hacer absolutamente nada. Viene mi asistente, me levanta, a medio desayuno me recuerda que es el cumpleaños de mi padre, le llamo por cuernofono.Leer más »De mi padre y el Príncipe