La tarde que menguaba era fresca, el vaivén de las personas era lo de costumbre, puestos a la mesa de aquel restaurante al aire libre, veíamos como las luces poco a poco se encendían para dar la bienvenida a esa enigmática dama llamada noche, a veces alegre y otras muy triste. Envueltos en aquel aroma artificial de café (algunos implementan aromatizantes y otros “decoran” el local con sacos de café), la sinceridad afloró como mis ganas de un cubilete, ha…que rico mojarlo con café.Leer más »Loca historia de amor en silla de ruedas