Mi amigo Gay

Era una época de transición, recién había caído el Muro de Berlín, el desastre tocaba a las puertas de los países comunistas, y el mundo se relajaba, tanto así, que el despelote trajo una epidemia que sacó los más bajos prejuicios de la sociedad occidental.

Yo por aquellos días ya había aceptado mi tetraplejía, y ayudaba en la casa hogar que me acogía. Me tocó compartír habitación con “Celeste”, un joven con SIDA (casualmente había una paciente mujer con el mismo nombre), era un momento en el que el virus era garantía de muerte y hacia estragos a mediados de los noventas. El hospicio donde vivía era para personas desahuciadas y sin familia, pero la epidemia empezaba a cambiar al tipo de pacientes. Yo era el único chico sin problemas mentales, por lo que al llegar Celeste, la directora pensó que sería el mejor anfitrión.

Afortunadamente jamás tuve prejuicios contra la comunidad Gay, tenía como amigo a uno de ellos, pero en esa ocasión me enfrentaba a una persona infectada de algo que causaba miedo, y aunque al personal y a mí nos explicaban de los bajos riesgos, la paranoia de muchos nos afectaba.

Era un tipo amable, de tez blanca, nada feo desde la óptica de las enfermeras; por ello mi primera intriga a lo interno era ¿Cómo pudiendo tener a la chica que quisiera, era gay? Creo que nos caímos bien, éramos los únicos que teniamos cosas en común, en aquel lugar olvidado junto a personas ya sin voluntad, poco a poco fui venciendo el miedo que me daba, ayudó el respeto que él me brindó.

Me hice amigo de aquel chico de 25 años, era jovial y gustaba maquillarse muy bien. Él empezó por ayudarme, por mi tetraplejia soy muy dependiente, aún más en aquellos días en los que descubría el mundo de la discapacidad. Coincidimos en algunos gustos musicales de entonces como Pet Shop Boys, David Bowie, Boy George, Etc. Claro, como buena Drag Queen le encantaba el dance setentero y eso hizo un tanto menos deprimente aquellos días.

A veces los fines de semana salíamos a algún lugar por una copa, yo con mi novia junto a él y la escolta de un enfermero o enfermera. Entonces en una de tantas, soltó la sopa, un caldo difícil de digerir. A sus 11 años vivía en un pueblo del oriente del país, un remedo de maestro lo castigó, ya en soledad abusó de él, le cambió la vida. Era una violación, pero a nadie le interesó, al menos no a quienes tuvo el valor de contar su desgracia.

Con el tiempo quiso ser mujer, gustaba de los chicos. Pero he aquí que quien lo violó era un “normal”, mientras ahora él era un monstruo. Se intentó acoplar, el “amor” se compraba. Se vendió, no importaba, a más dinero, más comprensión. Entonces le contagiaron, y empezó el amargo desenlace de su historia.

Cuando alguien te cuenta algo así, no puedes sino llorar a su lado, no hay nada que puedas hacer o decir que conforte. Esto no quiere decir que toda la comunidad LGBT tenga como denominador común el abuso, algunos lo hacen por elección, pero ¿Quiénes somos para apedrear? Y entonces hay quienes se erigen como “santos” y se alegran de la muerte, del sufrimiento. Los menos “valientes” disfrazan su homofobia de principios, como justificando la “culpa” de las víctimas, por no ser “perfectos” como ellos y hacen comentarios de “estar o no a favor”, esto cuando es el peor momento para hacerlo.

Sí hay en la comunidad LGBT personas que en desfiles o eventos ofenden las creencias de otras personas al parodiar a Jesucristo, puesto que una cosa es criticar a los líderes terrenales y otra cosa burlarse de una deidad. Ahí también ellos tendrán que ir guardando el respeto si es que lo que quieren es respeto. Pero no todos ellos opinan así, pensar que todos son iguales, sería como pretender que dentro de nosotros, los heterosexuales, no hay gente irreverente, abusiva, por no decir que la mayoría de grandes asesinos despiadados son “normales”.

Cuando escucho a The Sacados mi mente visualiza a Celeste bailando frente al espejo, envuelto en sus mejores vestidos y sus pelucas. Uno puede o no estar de acuerdo, pero deberíamos ver más allá de dogmas, ver a un ser humano. Aquel chico falleció lejos de su familia, su compañía fueron pacientes y enfermeros, solo, pudiese pensarse que lo hizo como si hubiera sido el criminal. Pero ahí donde murió había amor, pues hay misericordia donde se entiende el significado de amar al prójimo. ODIAR es la expresión más profundamente triste de nuestro léxico, justificar un sufrimiento el pensamiento más hipócrita.

Hay personas que no tuvieron nuestra suerte, que sufren por la maldad de muchos, jamás señalemos mal con un dedo a nadie por no pensar como nosotros, no sabemos lo que hay en su corazón, las causas de su actuar, y hay tres de nuestros propios dedos que se retuercen por señalarnos.

Un artículo de Byron Pernilla

*Celeste era su nombre verdadero como Drag Queen.

*A comienzos de los años 90´s participó en un programa de televisión llamado «Edición Especial de Canal 3: SIDA, tengo SIDA.»

*Drag Queen -nombre femenino- Artista o cantante masculino que actúa vestido con atuendos propios de mujer (peluca, zapatos de plataforma, etc.) y exhibe maneras exageradamente femeninas.

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