El que se enoja, pierde

Composición fotográfica de 2 fotografías, la primera a la derecha de la pantalla, una playa de agua color turquesa, arena blanca y unas palmeras. A la izquierda, un cuarto grande con ventanales al frente de donde se ilumina la estancia a oscuras, en medio la figura de un hombre en silla de ruedas, quizá, como viendo la fotografía de la playa.

La paciencia es esa virtud que a veces pasa desapercibida por nosotros los hiperactivos; imagine usted aquella pesadilla en la que no puede moverse, a más desesperación, más sudor… y más fuerte los latidos del corazón.

En el mundo de la discapacidad física adquirida, la paciencia es algo que debes aprender quieras o no, no en vano la primera referencia que uno escucha tras el accidente es: «el paciente». Esto infiere que ha de tener paciencia aunque no quiera. Lamentablemente no muchos entienden el mensaje y los clavos en los hospitales están a la orden del día.

La paciencia es una cualidad, quizá es la mejor arma que pueda llegar a manejar quienes somos hiperactivos, y quienes nos hemos tenido que adecuar a un estilo diferente de vida. Recién mi accidente, me colocaron una tracción en mi cabeza, esto consiste en abrir a un costado de las orejas al colocar 2 tornillos, esto sujetados a una diadema que estaba atada a una cuerda que estira el cuello con un peso que para mí era de 25 libras. Afortunadamente en la actualidad, este método tiene variantes que ya no la hacen ver como una maquina de tortura.

traccion

Inmóvil por completo de mi cuerpo, debí habituarme a ver solo el rostro de las personas que me visitaban, inmerso en mi luto, trataba de no molestar mucho al personal del hospital. Creo que sería el peor sueño de un claustrofóbico, esa sensación de inmovilidad eterna, el saber que todo está sin tu control, que estas a merced de todo y todos, que por más que pase el tiempo, nada cambiará.

Pasé cerca de 2 meses con la bendita tracción, mi universo se limitaba al lado del cuarto hospitalario que me tocaba ver cada 2 horas, que era cuando me movilizaban, cual momia sin movimiento. A veces era una ventana en la que veía otro edificio del hospital, otras era una pared gris a la que le conté los hoyitos y otra era el techo del lugar.

Cierta vez un hombre calvo que llevaba una válvula que salía de un lado de su cráneo, con la mirada perdida y ropa del hospital, apareció frente a mí: -Quítate de mi cama.- Me dijo. En ese momento comprobé que por más que quisiera no podía moverme, y claro, grité pidiendo auxilio. Era un paciente trastornado de otra área, pero a más de 20 años aun lo sueño.

Un buen día me di cuenta que algunas enfermeras discutían porque querían atenderme, órale dije, aún no he perdido el pegue. Y mientras una enfermera me daba de comer, le pregunté la causa de sus preferencias hacia mí. –Es que usted no molesta mucho.- Fue la respuesta que echaba por tierra mi narcisismo.

Lo cierto es que nunca me han gustado las peleas, huyo de la gente conflictiva y odio hacer ese papel. En aquella época me enteré del porque muchos salen amargados de una lesión medular, y muchos no logran superar  la anterior condición de vida. En un hospital es muy cierto que se logra más con miel que con hiel. Después en el hospicio fui testigo de personas que expulsaban por ser abusivos con el personal.

Es triste ver cómo muchos se ponen exigentes con el personal de un hospital, si bien es cierto ellos  trabajan por un sueldo, ninguna plata puede comprar una sonrisa. La reducación y gentileza puede ayudarnos incluso con aquellos que hacen de mala gana su trabajo.

Ya en mi vida fuera de esos lugares me enfrenté a esperar la hora de mi levantada, a ser quien a las 3 de la mañana ya está listo para chambiar, pero comenzar hasta la hora de la disponibilidad de otra persona, a veces ha sido hasta las 11, por todo tipo de circunstancias, afortunadamente ahora los dispositivos móviles ayudan, pero al principio las horas eran interminables solo en compañía de las “genialidades” de la televisión.

Perder la paciencia es lo peor que me puede pasar, si es discutiendo puedo decir verdades muy dolorosas, afortunadamente en este mudo puedo contar con los dedos de una mano quienes me han logrado desquiciar. Pero si me he dado cuenta que los episodios de ansiedad que he sufrido algunas veces durante las noches en solitario, se deben mucho al momento de perder la paciencia, y entonces recurro a pensamientos agradables, por ejemplo, el visualizar cómo hubiesen sido las cosas si hubiese tomado otras decisiones en determinada situación, es como crear una película que se ve solo en la mente, y eso siempre me ha ayudado, así como tener algo bueno que leer, principiando claro está, por la biblia.

Leer es algo muy bonito si tu fantasía te ayuda, si lees algo espiritual, no lo leas cuadrado, yo le leo como si viera a los protagonistas y el escenario, probablemente no sea correcto, pero ello le da un toque distinto y te hace interesarte por la trama.

Hoy día

Lo anterior vino a mi memoria luego de un incidente que me sucedió hace unos días. Tras una reunión, 2 amigos iban a dejarme a casa, el automóvil falló y debimos remolcarlo…conmigo adentro. Llegamos a la casa de uno de los amigos que andaba con nosotros. La grúa se fue, y mis cuates debían llegar urgentemente a un lugar que cerraba en media hora, en la casa no había nadie y ellos tenían que irse en transporte público, como mis taxistas estaban ocupados a mí me recogería un Uber, pero cómo no saben cargarme, la decisión fue que yo me quedara a esperarlos, y hasta que regresaran pedir el Huber.

La cosa que me quedé en un corredor como en penumbras, taba feo pero yo no la hice de tos y dije que no habría problema esperar una media hora…al final fueron 2 horas. Ahí estaba yo, con un teléfono sin batería, y observando una pared mohosa. Y pues empecé a crear esas películas que hace tiempo no fabricaba de día, y es que gracias a Dios, son pocos los momentos en que no hago nada. Fue entonces que me acordé de cómo llegué a ser tan fantasioso y tener paciencia.

Fue como un retiro espiritual a la fuerza e imprevisto. Quizá no lo hubiese querido, pero por algo pasó, y espero que recordar lo que he escrito, sea de ayuda para alguien.

De Byron Pernilla

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