Discapacidad: cómo enfrento mi miedo al coronavirus

“Seguro esto no les afecta a personas como ustedes”. Me dijo un amigo durante una video llamada de trabajo; afortunadamente no todos piensan así sobre las personas usuarias de sillas de ruedas, pero desafortunadamente si una gran mayoría.

La percepción de insensibilidad por el uso de silla de ruedas está muy extendido en la sociedad, el espectro se extiende a todas las personas que por una u otra discapacidad ven limitada su socialización, por lo qué, se asume que el distanciamiento social no nos afecta por estar “acostumbrados”.

Mi experiencia en esta crisis ha sido, como la de muchos de mis semejantes, por etapas muy marcadas. Como trabajo en cosas de marketing online debo estar al tanto de la actualidad noticiosa, esto para actuar de acuerdo a la coyuntura y no meter la pata, cosa de la que no suelo salvarme jeje. Por lo anterior, estuve al tanto de lo que ocurría en Wuham, como fue aumentando los casos del virus, hasta el momento del desborde, cuando varios países enviaron aviones y barcos para sacar a sus compatriotas. En ese momento la situación era alarmante, China admitía la crisis, cosa preocupante viniendo de un régimen acostumbrado a callar los errores de la dictadura, por esto es ridículo que presidentes como Trump y Bolsonaro culpen a China de sus tonterías.

Recién Italia anunciaba sus primeros casos cuando se dio un partido muy publicitado de la Champions, Napoli contra Barcelona, mucho del marketing centraba la atención en el mítico Maradona que deslumbró en la ciudad napolitana comparado con el Messi catalán. Veía el partido y aunque me gusta el fut, le decía a mis acompañantes que me parecía un disparate lo que estaban haciendo, que eso lo podíamos lamentar. Me respondieron que era un exagerado.

La semana en la que estalló la tragedia en Italia, unos amigos me llevaban a una reunión y les comenté en el auto que quizá era la última vez que yo salía, que era vulnerable ante la epidemia que se venía. Uno de ellos me dijo que no creyera lo que veía en internet, que había cosas que eran para manipular a las masas, que mejor tuviera fe en Dios.

Afortunadamente estos comentarios me los hicieron personas lejanas a mi círculo cercano, pero muestran la percepción que muchos tienen de la opinión de una persona con discapacidad, pues creen que está bien “inspirar” “hablar bíblicamente” o “pelear por sus derechos”, pero es inaceptable opinar sobre cosas que a todos nos afectan, entonces, si no podemos saber.

Muchas personas como yo, cuando se da la oportunidad, solemos divertirnos con amigos que no necesariamente tienen discapacidad.

Ya en la crisis

Cuando la emergencia se desató en mi país, yo paré publicaciones, pedí a mis colaboradores no subir contenido y buscar ser positivos ante sus familias. Yo me centré en mis trabajos en iniciativa privada, pero me abrumaba ver noticias.

Aunque impuse normas a seguir en mi casa (y hablo de dictadores jaja) para evitar la contaminación, miré con mucha pena como muchas gente no le ponía coco al virus, exponiéndose pues pensaban que era algo conspirativo, un mito o simplemente no les afectaba pues no eran “viejos”. Esas personas son precisamente las culpables de miles de muertos alrededor del mundo, ellas en su egocentrista ser no ven que están matando a muchos enamorados de la vida que brindan su existencia en favor de una mejor sociedad. Eso me dio miedo, pues la pregunta era: ¿Hasta cuándo aguantará en mi casa el cerco al virus?

En el momento más difícil, uno no pasa por alto los estornudos de las personas que viven con uno, y pregunta cosas para saber en done estuvo y como se siente. A mí me sucedió que al terminar de trabajar, me acostaban y dormitaba, entonces despertaba y pensaba en ese síntoma de “cansancio”, entonces hasta la garganta me ardía, después me costaba dormir.

Pero como siempre, y gracias a Dios, me despertaba sabiendo que tenía una oportunidad más de hacer algo, y así poco a poco te vas acostumbrando (para mí fue cosa de 3 días), pero nunca se deja de estar alerta, en mi caso, saber de mi dependencia deja en manos de otros la posibilidad de contraer el coronavirus.

A otra frase

Fue una linda colega, la señorita Figueroa, quien me llamó y me dijo que había que buscar cómo ayudar a los necesitados en esta crisis. En ese momento no lo hice, le comenté que aún no sabíamos cómo evolucionaria la situación, y que ayudar implicaba poner en riesgo a los voluntarios.

Un día después me llamó una madre cuya hija tiene parálisis cerebral, me decía que no podía trabajar por la cuarentena y como vendía en la calle ya no tenía mucha comida, pero que su hija aunque no hablaba, la miraba muy triste; después se vinieron muchas llamadas de auxilio ante la crisis. Comenté esto a mis mejores amigos y ellos se ofrecieron ayudarme poniendo de su bolsa, por lo que yo igual aportaría y buscaría alimentos. Afortunadamente logramos ayudar, y esto ayudó a mi ánimo.

Ideas contra el miedo

Vivir en una silla de ruedas no significa ser ignorante, un santo o asexual; somos personas como cualquier otra, luchamos cada día no solo con las barreras arquitectónicas, sino con las barreras de la ignorancia social; pero ahora se suma un rival que para muchos es fatal, y aunque muchos no nos rajaremos hasta el final, eso no quiere decir que no sintamos miedo.

Si usted no es creyente un buen remedio es la meditación, aléjese un momento de todo y todos, busque algún tutorial, los budistas son geniales. Si es creyente, la oración es un bálsamo para el alma, es platicar con el jefe de jefes, desahóguese y al final pacte confiar en Él.

Yo, aunque debo estar conectado por cosas de trabajo, hay un momento que desconecto internet y me dedico a leer, ver alguna serie cómica o película, en esos momentos no existo en la red. Otra buena idea fue no ver las cadenas nacionales o noticias por la noche, duermo mejor y por la mañana es lo primero que veo antes de trabajar, creo que se digiere mejor, pues al menos yo, soy más positivo en las mañanas.

Debemos hacer caso a las autoridades, tratemos de contribuir más no destruir, si criticamos, hagamoslo informados con altura y educación, y nunca debemos bajar la guardia en nuestras medidas de higiene.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo terminará todo, pero cada día es una bendición y debemos tratar de ver las cosas positivas, nadie está por gusto en este universo, hoy somos parte de una historia jamás contada, de una aventura, que aunque terrorífica, seguro tendrá un final, y con nuestra valiente contribución y fe, seguro será un final feliz.

De Byron Pernilla

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