Byron Pernilla

Byron Pernilla

Cuestiono, soy preguntón, curioso y a veces, lo sé, caigo mal. Mi padre me dio libertad, me enseño a no quedarme con la duda, dicen por ahí que más vale una tonta pregunta que un tonto que no pregunta. Hay personas que dan por ciertas premisas sin cuestionar, y es que casi nadie desea ser tomado como controversial, quizá su máxima sea aquello de: calladito te ves mejor.

Pero cuestionar puede darnos malos ratos, aunque al final el espíritu se nutre.

Cierta vez, no hace mucho, cuando trabajaba en una agencia de noticias, en un e-mail nos ordenaban seguir notas sobre ciertas empresas, eran cerca de de 70, yo respondí sugiriendo que quizá sería mejor seguir por concepto las notas importantes, gasolinas, azúcar Etc. Paro advertí que era sugerencia y que acataría la orden. La jefa respondió que yo debía estar contento con mi trabajo, que muchos desearían tener empleo. Nada que ver con lo que yo exponía. Respondí que yo agradecía el empleo, pero que esa no era la forma de responderme (no escribí que llevaba cerca de 8 meses de deuda). Ella escribió que no entendía como alguien con 3 años de trabajar ahí no tuviese retención de nombres. Todo sucedía en el correo institucional ante la mirada de todos mis compañeros de trabajo, no tuve de otra, mi ultimo correo fue: Muchas gracias por la oportunidad, yo necesito trabajo pero igual respeto. Después en correo privado admitió su error, pero igual me dijo que mi superior tenía ya mi renuncia.

En esa empresa no tenía salario nominal, me pagaban por día trabajado, no había prestaciones ni bonos, era solo por trato; yo lo hacia pues por mi discapacidad no tengo tantas oportunidades. Un año después aun entraba algún pago a mi cuenta de vez en cuando, ni sé si me terminaron de pagar. En este caso, no cuestionaba, creo que sugería, pero se tomó como un cuestionamiento, que no se defendió con argumentos sino con ofensas, pero me hicieron un favor, me enfrentaron en minutos a uno de mis valores y no dude, aunque casi al borde del llanto renuncié, comprobé que valía más mi dignidad que unos billetes.

En un mundo de mentiras, decir la verdad es un acto revolucionario.

En un mundo de mentiras, decir la verdad es un acto revolucionario.

Aclararse las ideas es fundamental, cuestionar en busca de la verdad debiera ser lo común, no habría por que molestarse, por no hacer esto hay tanto charlatán en todos los ámbitos sociales.

Uno debe profesar su verdad, sin temor y aceptar cuando algo que dábamos por cierto, pues no lo era del todo. Lo peor es no tener las agallas de admitir el haberse equivocado.

Despertar de una mentira que arrastrábamos por años es difícil, peor aun si esto definía alguno de nuestros principios. Mentir es lo más fácil, sostener una mentira provoca crear más mentiras que la sostengan.

Somos falibles, bueno yo en particular, pero todos debiéramos mantener nuestras ideas hasta que alguien con argumentos congruentes nos demuestre el error de alguna de nuestras premisas. Nunca tengamos miedo a debatir con altura, estar en desacuerdo no es estar en contra.

Tengo 3 proyectos de vida, a los tres les han dado palo, pero tras años de sostenerlos aun nadie me demuestra la equivocación, y aunque ha veces los modifico, nunca pierden su concepto. Que llegarán a triunfar en este mundo, no lo sé, pero ya llegaron a la cúspide del éxito en mi mente y corazón.

Una idea la puedes compartir, reformar, nutrir y verla triunfar. Lo que no debes es torcerla o desviarla de la raíz que equivale a venderla al mejor postor. Cada idea que tienes lleva inmersa muchas cosas de ti llamadas principios.

Un artículo a titulo personal de Byron Pernilla para Asodispro®

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