Muchos políticos creen que cada vez que una PCD está frente a ellos se trata del “niño símbolo” o es algún vividor en busca de privilegios, y es que el león juzga por su condición.
Lo dicho por el diputado Fernando Linares Beltranena a la Licda. Rosaidalia Aldana sobre que las personas con discapacidad solo representan un gasto para el estado, es el colmo de la ignorancia de gran parte de la clase política de este país.
El año pasado sostuve reuniones con un Ministro de Estado y un funcionario de alto rango. Los dos me recibieron casi a regañadientes, quizá solo para quedar bien con quienes abogaron por la entrevista, pero eso no fue lo único en común entre ellos. Eran condescendientes, aquella actitud de: “Si, lo que diga, lo haremos…tiene razón…” es como cuando vez un perro extraño y le decís al dueño: ¡Pero qué bonito!
Están ahí, pero como que no están, te dan por tu lado, al fin y al cabo un favor te están haciendo. De nada vale presentar proyectos, ellos los ven como el niño que presenta su primera maqueta. Lo más cruel es que dicen que se llevará a cabo un trabajo conjunto (que en uno de los casos era inclusión laboral) y con el pasar de los días, los burócratas designados hacen lo imposible por que te rindas, porque ya no los molestes.
Conmigo llegaron al colmo de ponerme una hora fija por la mañana para entregar perfiles profesionales de PCD, que si era después de la 9:00 AM ya no los aceptarían, les dijimos que lo enviaríamos en USB ya que nos dijeron que no tenían internet en el Ministerio, pero nos exigieron llevar la papelería impresa. Para entonces ya era evidente la mala fe, pero nos aferramos a la esperanza de que quizá era el precio a una oportunidad y cumplimos contra viento y marea entregando 19 CV evaluados. Pero no fue así, se burlaron de nosotros, hubiese sido mejor decir no podemos o no queremos apoyar, que hacernos gastar tiempo y recursos.
Producimos en un medio hostil
Las PCD que producimos para este país lo hacemos a pesar de las barreras sociales, arquitectónicas y mentales de muchos. Cada mañana muchas PCD nos levantamos a pesar de no poder hacerlo solas, comemos nuestros frijoles fruto de nuestro trabajo y muchos ni siquiera podemos salir de casa, pero ahí concebimos nuestro empleo, inventamos un trabajo para comprar nuestra comida y cada que lo hacemos, pagamos impuestos, de donde sale el sueldo de los burócratas.
Las PCD que logran salir de casa, se enfrentan a una ciudad discapacitada, sin un transporte accesible, que veda la oportunidad de superación. Unos suben a las camionetas cual malabaristas, algunos logran su auto, otros deben hacer trato por mes con taxistas. Y decididos todos van a enfrentar la discriminación, latente en unas gradas o una mirada despectiva. Pero ahí van, y de cada quetzal que gasten, siempre habrá la tajada para quienes creen que trabajar es engañar y bostezar en una silla en la que les pagan sus caprichos, cual cínico parásito.
Nuestras muletas, bastones y sillas de ruedas no son una excusa para vivir de ese ente abstracto llamado Estado, son las armas que la vida nos dio para buscar ser felices, con una familia y un trabajo digno, no para ser ofendidos por quienes viven del esfuerzo de todos.
Un artículo de Byron Pernilla