Era la época setentera, Marcelina era una joven común, soñadora y enamorada. A su vida había llegado el amor de una pareja, que se vio reflejado en un tempranero embarazo. La espera fue linda y llena de ilusiones. Llegado el día del alumbramiento los doctores le comunicaron a Marcelina que su niña era especial. Un problema congénito había afectado el desarrollo del cerebelo de la recién nacida, tendría pocas probabilidades de sobrevivir, a parte de tener paralizado casi todo su cuerpo.
Pero Marce (de cariño) no era de las que se derrumban ante las pruebas de esta vida, no, ni pensarlo. El padre de la criatura si. El hombre que había fecundado aquel ovulo, se espantó, era mucho para él, y decidió abandonar el barco. Marce quedó sola, pero con un corazón que vale por tres. Sandra Jeannette le puso por nombre.
Sandra debió luchar desde su nacimiento, no era para menos, era hija de una luchadora. Marce aun recuerda la noche del terremoto. Ella trabajaba de noche, por lo que después de remezón corrió despavorida del trabajo hacía su casa. Al llegar su casa estaba en el suelo, no quedaba nada. Pensó lo peor y entre lágrimas busco entre los muertos que yacían en fila sobre la calle: ahí estaba el cuerpecito de Sandra, ensangrentado, inmóvil. Con todo su dolor Marce se acercó, y mientras lo hacía con su vista ya nublada por las lágrimas; el bultito se movió, si, estaba viva, herida pero viva. Seña irrefutable de que había nacido para quedarse.
Pero para Sandra vivir requería algo más que querer hacerlo. Hasta sus 18 años debió soportar 10 operaciones. Sus huesos no crecían acorde a su masa muscular, por lo que los médicos le practicaban dolorosas operaciones anuales para que su cuerpo óseo se adaptara a su evolución muscular. Por ello Sandra en su niñez y juventud pasó más en el hospital que en su casa. Mientras Marce trabajó en todo lo que pudo y dio a Sandra estudios hasta los básicos.
Mujeres trabajadoras
A Marce le costó mucho salir adelante como asalariada, el sueldo no le alcanzaba y su muchacha ya era toda una señorita. Un buen día la familia a la que le trabajaba de domestica se fue a Australia, por lo que en plena crisis económica, Marce salió a vender café a la calle. Caminó muy de mañana buscando a los madrugadores trabajadores chapines. De pronto en una esquina alguien le detuvo: – ¡He señora! Aquí queremos café y quizás comida, si lleva.- Desde aquel día Marce lleva desayunos, atol, dobladas, café, Etc. a los trabajadores de una fabrica en la zona 7.
Pero Sandra debía y quería ayudar. Por tanto Marce la empezó a llevar al trabajo, mientras ella servía y atendía, Sandra en su silla de ruedas, y usando su única mano que conserva un movimiento normal, cobraba y anotaba a los clientes que pagarían a final de mes. La vida no es fácil, quien dijo que lo fuera. Marce se levanta a la media noche a cocinar sus productos, a las 4:00 AM levanta a Sandra. Poco tiempo después llega el taxi, una vez habiendo cargado todo lo necesario Marce sube a Sandra al auto y se marchan al trabajo; eso hicieron durante varios años y vivieron dignamente estas dos ejemplares mujeres chapinas.
Hace aproximadamente 2 años las cosas cambiaron. Primero Marce ya no aguantó cargar a su hija para subir al taxi, poco a poco dejó de llevarla, los años han pasado factura. Después un carro de comida rápida llegó a vender en donde Marce lo hacia, una comida artesanal no tiene el mismo precio que una hamburguesa, y su venta cayó bastante. Entre los gastos de la casa y los gastos personales que generan, su economía ha tocado fondo. Hace como 15 días les cortaron la electricidad.
Sandra me cuenta lo triste que es su vida en estos momentos. Hace algunos años mediante una donación le logramos dar una computadora usada, desde entonces decía que su vida era menos tediosa, pero ahora sin electricidad está muy triste. Sandra y Marce la están pasando fatal.
Queridos lectores, ayudemos.
La lástima no soluciona nada. Necesitamos, debemos tomar acción. Una de mis ocurrencias es si alguien sabe de un lugar a donde doña Marce pueda llegar a vender comida o un empleo de cocina, no sé, alguna sugerencia bienvenida.
Si quieren ayudar pueden dejar su mensaje acá, llamar al 24428267 o escribir a [email protected]
Un artículo escrito por Byron Pernilla Para Asodispro