Abres los ojos y de golpe piensas en lo que hace falta, y cuanto eso afectará a otras personas. Son las 3:45 de un día cualquiera, intentas acomodar la cabeza para intentar dormir de nuevo pero los pensamientos no te dejan, acomodar el cuerpo está descartado, eres un tetrapléjico y no puedes dar vuelta en la cama (hay quienes pueden, yo no).
Esa es la primera madrugada, y se repetirá durante 12 o 18 días más, algo tortuoso si cada día que te acerca al final, las cosas se ponen peor. Uno debiera tener fe, y se tiene, pero casi siempre gana el ser humano, ese lleno de dudas y temores, los que te dicen que mejor fuera tu vida si te dedicaras solo a ti, solo a tus necesidades. Y en medio de aquel tormento llegas a concluir ¿Qué hago aquí?
La fuerza que te dan los amigos llamados voluntarios
Pero cuando llega el día, todo desaparece, ves a tus amigos llegar, y empiezas a conocer otros nuevos amigos. Ellos pueden hacer desaparecer los demonios del estrés, y esque entonces sabes que no son pocos los que creen en tus locas ideas, esas de ayudar. Llegas a enterarte que hay unas personas llamadas voluntarios que te brindan sus manos pero tu sientes su corazón.
Ver personas madrugar, correr, cargar y hasta poner de su bolsillo para cubrir cualquier falla es un privilegio, es como esa promesa de un paraíso en donde todos serán buenas personas, donde ya no habrá orgullo, discriminación, racismo u odio. Un voluntario no es un número, no es alguien que exige algo, o a quien se le pueda exigir, como muchos creen equivocadamente; para mi es un ser extraordinario que hace que muchos creamos aun en la humanidad, en que vale la pena vivir en este mundo.
Una dulce respuesta
Finalizando el evento que comentaba al comienzo, que era sobre inclusión laboral, cuando casi todos se habían marchado, estaba junto a mi amiga Paola López (alguien que como a mi le gusta el trabajo social) llegó una pareja empujando una pequeña silla de ruedas, en ella una chica que me pareció tendría unos 4 o 5 años.
Los padres nos contaros que por las redes sociales se habían enterado del evento, y se les había ocurrido llevar a su hija, llamada dulce, para que viera lo que las personas con discapacidad son capaces de hacer. Que la chica había enfrentado mucha discriminación y problemas de salud por su condición congénita que aquí no detallaré. Al hablar con ella me pareció muy madura, y desenvuelta para sus 8 años de vida. Los padres nos pusieron como ejemplo frente a la niña y eso me volvió a mis raíces: el porqué hago lo que hago.
Al preguntarle a la inteligencia artificial quien soy yo dice: “…defensor de los derechos de las personas con discapacidad…” se equivoca, apoyo en ciertas áreas y creo en líderes como Pahola Solano, pero en realidad no soy lo que dice; soy una especie de trabajador social. Yo inicie organizando eventos para personas con discapacidad de bajos recursos, como yo. Nunca quise ser ejemplo para nadie, quería ayudar a quienes pasaban por cosas que yo viví en un hospicio, o como cuando viví 6 años completamente solo, quizá de personas en mi hogar, pero no de amigos alrededor, pero igual sufres al sentirte solo en casa. A través de los años hemos cambiado vidas junto a mis amigos, y eso es un propósito que me mantiene con vida, el saber que aun puedo ayudar. Si lo que hoy Dios me permite hacer es un ejemplo para alguien y le da esperanza, entonces sé que hago aquí.
La vida es ese algo que pasa muy rápido, cada segundo que pasa no volverá, el no tener recursos no implica inactividad, como el tener un trabajo tampoco implica olvidarnos del prójimo. Hoy, en este instante hay miles de personas sufriendo, no podremos nunca hacer que pare el sufrimiento de todas, pero si logramos que una persona tenga esperanza y sonría de cara a un difícil futuro, entonces no habremos desperdiciado la oportunidad de ayudar y sentir esa felicidad de vivir.
De Byron Pernilla
Gracias queridos voluntarios.
Fotografía: una voluntaria recibe baños portátiles a la 5:30 A.M. 01/12/2024