Cuando la realidad supera la ficción.
¿A dónde vas? Es una película de los años 50, siempre se puede ver en algún canal en época de Semana Santa. Se trata de una historia basada en una novela de Henryk Sienkiewicz, fundamentada en el libro extracanónico Hechos de Pedro. La película se centra en el amor entre un soldado romano y una cristiana, esto en medio de la persecución de los seguidores del carpintero.
A mí siempre me ha llamado la atención la forma en que en el film los allegados al Emperador Nerón le enajenan, a un de por sí infantil, déspota y ególatra tirano. Los consejeros (en algunos “lejanos” lugares llamados “la rosca del poder”) son quienes se encargan de alabar todo aquello que haga Nerón, quien canta horrible, pero que es azuzado a seguir cantando pues solo halagos escucha de los interesados en preservar su estatus.
Estos igual le describen al Emperador una realidad paralela, inexistente, en la que el pueblo lo ama y haría cualquier cosa por él. A media película el tirano quema la ciudad, en plena demencia quiere encontrar inspiración para seguir componiendo su música, lo hace. Para quitarse el clavo de haberse llevado de corbata a los no cristianos, acepta una idea de la Emperatriz y vende la teoría conspirativa de que los cristianos fueron quienes quemaron la ciudad; justa coartada para crucificar al apóstol Pedro. La película describe varias historias y personajes muy interesantes, pero a mi particular entender, la obra pinta magistralmente a los lacayos de un estado enfermo.
Paréntesis
Desde hace mucho tiempo me he preguntado cómo cientos de gobernantes hacen tantas tonterías sabiendo que eso no es del agrado de la gran mayoría de sus conciudadanos. ¿Será que no se acuerdan cuando estaban de acuerdo con la mayoría? Llegan con discursos que apelan al cambio y solo construyen en “la vieja” estructura; de candidatos alaban el periodismo, dicen apoyar la fiscalización internacional, se declaran demócratas, dicen tener un plan de seguridad, recalcan su humildad y piden nada más una oportunidad. Pero una vez en el poder, todo resulta un cuento con una triste moraleja.
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Muchos presidentes he visto cambiar súbitamente de discurso, pero me llama la atención los casos recientes más paradigmáticos. Otto Pérez en Guatemala y Hugo Chávez en Venezuela. El primero pudo ver como colapsaba un régimen corrupto, hubiese bastado con ver un periódico para palpar lo que sucedía, pero si lo hizo, fue más poderosa la rosca. El segundo aun pudo observar como sus paisanos empezaban a hacer colas para poder comer, observó enfrentamientos y muertos entre ciudadanos contrarios en ideologías; pero los petrodólares entonces podían blindar su rosca, esa que siempre le pintó otra realidad. El primero cayó asegurando ser inocente, quizá no pudo retomar la realidad, o su demencia se muestra en forma de cinismo. El segundo se fue de esta realidad cuando aseguró que nadie lo podría sacar del poder, quizá no advirtió que no somos inmortales. Los dos comparten tres grandes similitudes, salieron con mucho dinero de su pueblo que no era de ellos, mintieron para ser presidentes e ignoraron la realidad. Lo único que a mí se me ocurre es que ellos mismos hicieron lo posible para creerse las adulaciones, enamorándose de las mieles del poder, algunas de ellas el dinero fácil y la sumisión de los hipócritas.
El epílogo de la película
Uno de los consejeros, Petronio, está en desacuerdo con culpar a los cristianos por la quema de Roma, se lo hace ver a Nerón, pero para entonces ya es tarde, el Emperador ya no puede distinguir la realidad, más bien elucubra la muerte del hasta ese momento uno de sus aduladores preferidos, todo por haberle dicho la realidad. Petronio se da cuenta y se suicida junto a su esclava-amante cristiana, ello para robarle el placer al tirano, a quien deja una carta confesándole su asco al escucharle cantar.
Pedro escapa de Roma junto a un niño, en el camino el Apóstol ve a Jesús y le pregunta: ¿A dónde vas Señor? Este le responde: A Roma, para que me crucifiquen de nuevo. Pedro comprende su misión, se da la vuelta y al ser capturado en la ciudad romana pide ser crucificado de cabeza, cree indigno ser ejecutado como su maestro.
Al final el pueblo se revela, hastiados acorralan al déspota en su palacio, este asesina a quien le propuso acusar a los cristianos y en un momento de lucidez, provocado por una esclava que verdaderamente le quería, acepta que debe morir pues entiende que ha vivido como monstruo y debe morir como emperador, por propia mano. Es tan cobarde que pide a su fiel sirvienta empujar la daga.
Tan solo fuera ficción y las personas que actualmente ostentan el poder, las que aún son buenas, escucharan la voz de la mayoría que les cuestiona: ¿A dónde vas?
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Un artículo de Byron Pernilla
Quo vadis? es una frase latina que significa «¿Adónde vas?».
Película nominada a 8 premios de la academia Oscar.
Evangelios apócrifos o extracanónicos es el nombre dado a escritos surgidos en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos posteriormente en el canon de la Iglesia católica, ni fueron aceptados tampoco por otras Iglesias.