Es un lugar de difícil acceso, un camino de terracería se adentra en pronunciadas quebradas, sorteadas solo por vehículos de doble tracción. Se llega a una aldea a orillas del lago de Amatitlán, un puñado de casas de madera, cartón o nylon, se esparcen alrededor de una escuelita; nos cuentan que hace poco un niño de esa escuela falleció por dengue hemorrágico.
El lugar se llama Playa de Oro, de San Miguel Petapa. La Autoridad del Lago, AMSA, administra unas lagunas artificiales, las cuales reciben parte del caudal del Rio Villa Lobos, esto para que trabajadores de la institución saquen la basura, que es en cantidades monstruosas. A la par de ese trabajo, los mozos de la referida institución siembran flores y plantas en el área, manteniendo unos muy bonitos jardines. A pesar de lo bello de varias áreas, el olor que emanan las aguas es nauseabundo.
Don Gerardo Macolas es oriundo de Villa Canales, era pescador, pero ante la cloaca en que este se fue convirtiendo, logró empleo como mozo de AMSA hace como 15 años. En 2013, cuando don Gerardo trabajaba y su esposa se ocupaba de las tareas de la casa, su hijo Juan Macolas Sazo de 13 años salió de la escuela, junto a unos amigos decidieron jugar subiéndose a los árboles, Juan resbaló cayendo de uno de ellos. Aún llegó caminando a casa, la última vez que lo hizo.
Discapacidad y pobreza
Después del hospital, ya en silla de ruedas, Juan regresó a casa, un cuarto como de 3 por 4 metros, donde se apiñan 3 camas en un calor sofocante propiciado por la construcción hecha totalmente de lámina. Las condiciones y medio ambiente son totalmente adversas para el desarrollo de una persona con discapacidad. Juan se deprimió, se ulceró, pasando un poco más de un año en un hospital.
Lo anterior fue un extracto de un artículo escrito en junio 2016
A mí se me ocurrió que lo primero era ver si se podría construir por lo menos una habitación digna a Juan. Pero me llamaron iluso, alguien me dijo que a lo mucho podríamos llevarles madera por la distancia. Fue irónico, pensar en conseguir algo que ami me llevó años y que nunca término de hacer jaja. La Licda. Enriquez, trabajadora social de AMSA si creyó, ella había buscado ayuda para el chico y por eso lo conocí. Entonces, con el irrestricto apoyo de Carlos Mansilla del Departamento de Deportes de Villa Nueva, se realizó “Corro por la Chicha” una carrera a beneficio del sostenimiento de la Organización Asodispro, dentro de la cual, la casa de Juan era un proyecto.
Con un sinfín de visitas, apoyadas por el incansable Gerbert Moll, se documentó el caso y se movió cielo y tierra para buscar apoyo para la habitación de Juan. Este mes de agosto 2017, quizá está semana, inauguraremos dos habitaciones y un baño para Juan; además de entregarle una donación de estufa ecológica para su madre y un filtro purificador de agua para toda la familia, esto con la colaboración inmensa de Constru Casa, cuya gerente Licda. Evelyn Sandoval bridó su total apoyo al caso. El padre de Juan pagará a plazos solo una mínima parte (quizá un 7% o menos) de la construcción sin intereses, lo cual acepto muy motivado.
Hay tantas cosas que vivimos tras esta locura. Con Gerbert comimos en lugares extraños dentro del carro, esto cuando daba tiempo o a veces ya ni podíamos. El día de la cerrera llegué casi con pulmonía pero llegué. Cuantas llamadas citas y portazos. Pero ello solo para el CPU interno, pues al final nos quedamos con los lindos momentos vividos y la satisfacción de hacer una vida un tanto menos cruel.
Hay muchos atrapados en la miseria, sin siquiera una bendita oportunidad. La causa de las personas con discapacidad no es lo que muchos venden para vivir de ello. Se trata de la plena conciencia de un problema integral, que no se soluciona con lástima.
¿De qué me serviría hablar de superación en un escenario si de mi estrato social solo yo superé? Sí, yo sé lo que se siente estar atrapado en un lugar horrible sin esperanza. ¿De qué me serviría llenarme la boca alegando derechos, gastando plata en ello, si hay quien pasa frio pudiendo yo conseguir abrigo? Sí, todo es necesario quizá imprescindible, pero más allá de la rehabilitación técnica, la psicología, los derechos y La Carabina de Ambrosio, hay seres que nunca los conocerán, no porque no quieran, sino porque no logran llegar, y a nadie le interesa.
Consiente estoy que no se puede solucionar la pobreza de todos, pero esa es la excusa para voltear la mirada; el real activismo es invertir en lo verdaderamente necesario. Hoy Juan está motivado, aún hay camino que recorrer. Esperamos lograr sus estudios y trasladarlo de ese lugar, esto para que algún día, él ayude a otra persona con discapacidad.
Byron Pernilla
*Espero traer una entrada con imágenes de la inauguración