Éxodo

Dice no tener nada en su patria Honduras, al parecer la vida le ha quitado hasta los pies, pero no le ha quitado las ganas de buscar una oportunidad; una mochila y su silla de ruedas le han bastado para emprender una aventura casi bíblica, incomprensible para muchos.

Hoy la crisis humanitaria toca la puerta  del patio trasero de grinjgolandia. Enajenados por las pantallas inteligentes, algunos ven las cosas al revés, llegan a creer que solo su mundo es el que existe, para ellos el planeta de los demás es el virtual.

Caravana hondureña

Las personas que hoy realizan un éxodo de Honduras han despertado la pena de muchos, pero también ha sacado lo peor de otros, unos por ignorancia, quizá por indiferencia y los peores: los que esgrimiendo falsas posiciones ideológicas y sucios intereses políticos, esparcen veneno por todas las redes.

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Antes el presidente gringo era considerado el líder del mundo libre, hoy esa caricatura de ser humano lidera la oscuridad de este mundo, azuzando el odio a la prensa, los migrantes y el cuidado del planeta. Ese fascismo es celebrado por quienes creen que todo aquel que no ha logrado ser “alguien” es porque no ha querido, pues ya lo dice este pensamiento: Si naces pobre no es tu culpa, si mueres pobre si lo es. Y al final, si un pobre intenta lo imposible, entonces aseguran que es utilizado por los comunistas, cosa  que ya solo existe en una mente retrograda.

Causa y efecto

Acostumbrados a leer historias inspiradoras, muchos no se pierden de leer la historia de Carlos Slim el millonario mexicano, o quizá la de Steve Jobs, el célebre genio de la manzanita. Pocos recomendarían historias de fracasos, nadie quiere una historia deprimente, los finales felices son los que venden.

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Si Jobs no hubiese sido atacado por el cáncer, no sabemos con qué más tecnología hubiera contribuido al mundo y peor aún, si el cáncer hubiese sido a temprana edad, quizá hoy la famosa fuera una legumbre. Se puede tener la aptitud y actitud, pero si no se da la oportunidad, no se puede hacer nada.

Oportunidad, suerte, destino o gracia de Dios

Yo nací en un hogar humilde pero tuve ejemplo de trabajo, inspirado trabajando y siendo un líder estudiantil, apuntaba alto; pero un descuido me sentó en la silla  de ruedas, en un país tercermundista no había mucha esperanza, pero me repuse en un par de años. Después ya con un hogar, se vino mi separación y tuve que adaptarme a ser padre soltero, y cuando ya iba para arriba, mi chico parte de este mundo. Tras muchas cosas lo intenté de nuevo, y después mis  atrasos se deben a malas decisiones, personas nefastas o como la película: Una serie de eventos desafortunados.

Pero cada vez que Dios (o cómo usted quiera llamarlo) me ha brindado la OPORTUNIDAD, yo me he aferrado con todas mis fuerzas. Hoy podría presumir al decir que si yo, un “pobre tetrapléjico”, he logrado trabajar, dirigir o crear organizaciones, Etc. entonces porque no lo van a hacer los migrantes hondureños. Pero si yo no hubiese tenido ejemplo y encontrado una puerta cada vez que el infortunio se presentó ante mí, esos  amigos, buenos empresarios, y varios seres extraordinarios, hoy quizá ya hubiese muerto olvidado en algún lugar olvidado, no importa cuanta buena actitud hubiese tenido.

*Cruz Roja ya donó silla de ruedas.

Para algunos ver las imágenes de Nery Maldonado o los niños, les hizo pensar cuan insensato puede ser un ser humano, cuan irresponsable e ignorante se puede llegar a ser. A mí me hizo agradecer aún más las oportunidades que Dios me regaló, así como me afligió hasta donde la corrupción y las tontas peleas ideológicas pueden robar las  oportunidades que todo ser humano merece a pesar de sus condiciones.

Y quienes desde  la comodidad de su zona de confort arremeten contra los que hoy marchan, suenan al personaje de Charles Dickens en Cuento de Navidad, el señor Scrooge, quién al solicitarle ayuda para los huérfanos contesta: “¿Y acaso no hay hospicios estatales?”.

Sé que no todas las personas que ahora marchan serán personas de bien, pero si las hay. Me he puesto a pensar si fuéramos una sociedad inclusiva. Si tan solo los gobiernos pensaran más en servir y no en ser servidos, si todos pensáramos más en ser agradecidos que en indignarnos por cosas que no comprendemos, quizá otras circunstancias se darían. Quizá los gobernantes no saldrían millonarios, pero serían dignos, y tal vez los ciudadanos menos afortunados tendrían opciones, mientras todos los afortunados sentirían compasión por su semejante.

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Byron Pernilla

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