Cuando se trata de infortunios el tiempo no los borra como dice la melodía, lo que sucede es que con una actitud adecuada su recuerdo ya no duele tanto.
Escribo en un blog con seudónimo, durante el año más desastroso de mi vida escribí algo en el momento de más desdicha. En aquel momento mis letras expresaban frustración, pero inmerso había algo que se negaba a claudicar.
¿Cómo empezar de nuevo? No sé, ni siquiera me imagino como se hace.
¿El plan de Dios? ¿Destino? o la simple inercia del universo. Mil preguntas se agolpan en mi humana lógica, todas ellas con respuestas de fe, surrealistas, intangibles: fantásticas. Y la vida continua, pareciese que nada ha cambiado, pero si es distinto, o acaso soy yo quien pongo un cristal diferente a mi patética vida.
¿Vida? Pero si me siento muerto. Enjuiciado por luchar con miserias, por tratar de ser feliz, por ser positivo: por imbécil. Sentenciado a sufrir, a padecer, a no pertenecer a nada, a ser digno de lastima: a vivir lo que no quiero.
Pero heme aquí, escribiendo lo que no debo, cuestionando lo que no debo, pensando lo que no debo, desahogando lo que no debo; siendo lo que siempre he sido: un iluso autentico, como la mala hierba que no muere.
Octubre 21 de 2009
Lo he copiado integro, hoy me parece que allí está capturada mí parte negativa, esa que procuro nunca salga. Y entonces se agolpan tantas emociones, tantas otras decisiones y cuantos sueños inconclusos.
Entonces Amy Lee era mi musa
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Pero ya no aflige, haber sobrevivido y ser capaz de sonreír es un buen broche de aquellos momentos. Lo cierto es que la fe, así como buscar trabajar y tener mi mente ocupada poco a poco me hizo salir de aquel momento. Escribir ha sido una terapia de catarsis que me hizo bien.
De: Byron Pernilla