¿Cuantas veces has tenido que detenerte, ver hacia atrás y decidir reiniciar de nuevo desde cero? No sé tú, pero lo mío es cíclico, a saber si es un círculo vicioso, pero como que me he habituado. Lo que a veces lo detiene a uno es la cobardía de perder, el miedo a hacer daño o el pánico al “Que dirán”, o sea al ridículo social. Uno de los factores positivos de agarrar el toro por los cuernos, y enfrentarse de cara al cambio es que descubre a tus verdaderas amistades, así como aquellas que solo están contigo por conveniencia o provecho.
St. Elmo’s Fire
Uno de mis años favoritos fue 1985, aquel año se estrenó la película “El primer año del resto de nuestras vidas” título en español del film St. Elmo’s Fire. Esta película influyó mucho en mí, descubrí el temor en mí a la mediocridad. La trama se desarrollaba en la amistad de 7 jóvenes que terminan la universidad y se enfrentan a la madurez, cada uno a su forma, y porque no, a su fortuna de tener o no oportunidades.
El papel de Kevin Dolenz (Andrew McCarthy), es el del chico que no tiene novia porque espera “la chica ideal”. Es muy entrañable su personaje, vive cerca de una avenida en la que hay prostitución, y cada que pasa de noche una prostituta le piropea y él contesta las insinuaciones. Hay un momento en el que la chica le ofrece sexo gratis de tanto verlo solo y para ella triste, él no acepta. El grupo de amigos cree que es gay. El tipo está enamorado platónicamente de una de sus amigas, pero nunca se lo dijo al ser novia de otro de los amigos del grupo; sucede entonces una pelea de novios.
Tras unas copas y ser el paño de lágrimas de su amor imposible, Kevin y su crush tienen relaciones sexuales. Ella lo tiene claro, fue algo casual. Pero él le confiesa su amor y al creer que realmente lo era, comienza a desesperarla. Harta del acoso, ella le destroza el corazón al ubicarlo. Esta historia está inmersa en las otras 7 historias de la película, me identifiqué bastante, a veces no es que no tengas la oportunidad con alguien, es que aún no hay quien llene tu retina y corazón, o como la máxima de “Si Tuviera 30”: “Uno nunca tiene la casa de sus sueños, pero siempre buscaras algo que se le parezca”. El personaje igual me preparo para enfrentar esa insensibilidad de algunas chicas, puesto que habemos hombres poco perceptivos de lo que verdaderamente es amor.
Otra historia del largo metraje fue la de Julianna «Jules» Van Patten (Demi Moore), personaje que inmerso en su esnob vida se envuelve en drogas, que no puede dejar por miedo. Este personaje más real de lo que muchos creen. Era una de las primeras incursiones fílmicas de Demi, venía de su primer éxito en la serie Hospital General, y estaba verdaderamente perdida en su adicción a las drogas. Llego drogada a una de las grabaciones de la película y el director la echó. Para su regreso se li hizo firmar un contrato en el que se comprometía a dejar las drogas, cosa que hizo y filmó el final de la cinta, que es la redención de los dos personajes con adicciones (Rob Lowe). En la mente de muchos adolescentes quedó aquel cuarto vacío, casi oscuro con Demi en el centro sentada en el piso y con un tic de locura, mientras sus amigos rompen las ventanas para ayudarle. Al ver esa escena a mí me dieron miedo las drogas.
Kirby Keager (Emilio Estevez), está enamorado de la mujer ideal imposible, el personaje de la bellísima Andie MacDowell. La sigue en su bicicleta, la estudia y se gasta una fortuna para impresionarla. Ella tiene su pareja, él no lo sabe y cruza manejando un estado hasta las montañas nevadas, llega ya tarde pero con la esperanza que ella valore su locura. Lo reciba la pareja de ella y él siente morirse al ser testigo del amor de aquella pareja, obligado pues no puede regresar. A la mañana siguiente ella lo encamina hacia su auto, y él agarra fuerza, le abraza, inclina y le estampa el beso que todos hubiésemos querido dar alguna vez, ella corresponde pues internamente sabe del amor de aquel. El fin de la historia es ver a Emilio regresar manejando carcajeándose a ratos, el sueño lo había hecho realidad: besar esa boca. Había hecho el ridículo, pero lo había logrado, si hubiese tenido miedo jamás hubiese sabido como besaba su amor platónico.
Las demás historias son igual de interesantes, y tienen el denominador común del miedo, ese miedo al cambio, a mostrarse realmente quienes son, a asumir el coraje de cambiar y seguir adelante, aceptando la verdad y sus consecuencias. Termina como debe terminar una etapa, con un abrazo y la promesa de la amistad, que es lo que queda.
El tema
Aquel año un canadiense, Rick Hansen, había iniciado una proeza, dar la vuelta al mundo en silla de ruedas visitando 34 países en 26 meses. El mensaje era un mundo más accesible y demostrar el potencial de las personas con discapacidad. El monumental esfuerzo terminó en 1987 recaudando 26 millones de dólares para la investigación de la medula espinal y la calidad de vida de las PCD.
Hoy día cuando alguien fuera de aquella generación escucha el tema de la película que describo, no encuentran relación entre las imágenes y la letra de la banda sonora. Resulta que el escritor David Foster escribió el tema como homenaje al héroe canadiense en silla de ruedas y por ello lo descalificaron de los premios Oscar: la canción no había sido escrita para la película.
La extraordinaria interpretación de John Parr hizo de este tema una referencia de aquellos años maravillosos y hasta es de culto para muchos. La letra se refiere a que de jóvenes nos creemos saber todo, que llegado el momento de las grandes pruebas estaremos solos, pero que solo uno mismo puede hacer con su vida lo que quiere o lo que debe hacer. Habla de esperanzas, y del valor de quien solo necesita dos ruedas.
El primer año del resto de nuestras vidas
A las puertas de un fin y comienzo de año debemos tener valor. Debemos saber que es ahora o nunca. Claro, cada año, mes, día, hora o minuto debiésemos pensar así. Lo peor es aceptar, ser y actuar en mediocridad. La felicidad es aquello que nos trae paz, no eso que te hace llorar o sentirte miserable. Jamás hables como perdedor, a nadie le gusta y solo quien lo dice lo acepta. Hay tiempo para patalear, sentirse traicionado y solo, pero es un instante, debemos aceptar las circunstancias, alejarnos de la oscuridad de los placebos del dolor del alma y porque no, cruzar medio país por un beso.
Allá hubo alguien que le dio la vuelta al mundo para demostrar que podemos si queremos. Entonces solo crucemos la senda del miedo en busca de nuestra felicidad.
Feliz Navidad y un súper año 2016
Artículo de Byron Pernilla
*El Fuego de San Telmo (St. Elmo’s Fire), son relámpagos eléctricos de luz que aparecen de la nada en los cielos oscuros. Los marinos guiaban viajes enteros basados en ello. Erasmo de Formia y Pedro González Telmo, conocidos como «San Telmo» o «San Elmo» para los Cristianos Católicos, juntos son considerados como los patronos de los marinos.