Cuando yo acepté mi tetraplejia decidí seguir siendo el mismo, lo primero era recuperar mi cabello legado de la mezcla del Glam y Trash Rock de mi época con más libertad, con y sin discapacidad. Siempre ha habido prejuicio con el largo del pelo, es cómo una regla social que ha de cumplirse, a menos que seas artista.
Afortunadamente en el hospicio donde me recuperé tras el accidente era manejado por personas que venían de Inglaterra, Escocia o Irlanda, con ellos no tenía problemas, pero con algunas directoras de mi país sí que los tenía. La cosa llegó al extremo de una reunión en la que una directora intentó convencer a una escocesa de que me pasaran tijera. Fue al contrario, se le hizo ver que toda persona merece respeto a su individualidad, que yo no me portaba mal (…), que era limpio y que mi cabello era mi propiedad.
Siempre enfrenté críticas por mi pelo, en especial en esferas de poder público o privado, en tiempos más recientes incluso casi fui obligado a cortármelo, en una ocasión debí hacerlo por cortesía. Eso es algo así como un despojo, y es que todos tenemos algo que vemos bien en nosotros aunque otros lo vean mal.
A mí me gusta mi cabello, lo cuido y trato que se vea bien. ¿Por qué escribir sobre esta trivialidad? A raíz de un artículo sobre que era triste ver a una mujer sensual en silla de ruedas, salieron muchos a defender el derecho, pero hubieron quienes aún sostenían que era triste, incluso sin ser sensual, que era triste el solo hecho de estar en una silla de ruedas y que ellas no debiesen dar lástima de esa manera.
¿Quiénes somos para juzgar?
Yo no soy fan de sacarme fotos, de por si son desastrosas, pero es bonito ver chicas en silla de ruedas que se sacan fotos empoderadas de su imagen.
Escribí sobre mi cabello pues encontré similitud con las chicas que se visten sensuales en fotografías, muchos hacemos cosas similares por sentirnos bien, pues esto nos recuerda alguna buena vivencia, o deja claro que tenemos un criterio propio. El que a alguien le guste no es la causa de hacerlo, si así es, ya es otra cosa.
Si a mí me interesara saber de alguna persona, no hago un prejuicio a partir de una foto o una forma de vestir, primero veo su trayectoria, que ha hecho, que hace y cuál es su visión. Es cómo criticar a un político, uno debe cuestionar las ideas, confrontar realidades, jamás burlarse de su apariencia física, pues entonces deja de ser un debate político, para eso está Twitter…
¿Personas tristes?
¿Cuántas personas tristes conoces? Yo no he escuchado de altos índices de suicidio de personas con discapacidad física, claro que de que los hay, los hay, pero no es una norma, y es que los suicidios se desatan en depresión, o sea en tristeza.
Las alegrías más grandes de mi vida las he tenido en mi silla de ruedas, no fueron causa de mi pelo o forma de vestir, se debieron a la decisión de intentar ser feliz a mí manera, que de intento resultó en la capacidad de poder hacerlo. Solo porque una persona tenga una condición de discapacidad no quiere decir que no tenga el derecho a decidir sobre su cuerpo, las restricciones y prejuicios si han hecho infelices a muchos.
Cuanto ha costado empezar a borrar esas dantescas imágenes de niños con discapacidad arrastrándose para buscar donaciones para empresas lucrativas, eso sí hizo un gran daño, esa imagen de tristeza es la que aún permanece en gran parte de la sociedad. Si las fotografías de una persona en alguna red social no gustan, tan solo con dejar de verlas es suficiente. Yo he dejado de seguir a gente que a veces se pela, pero esa es su forma de ser, a mí no me gusta, pero si ella es feliz, enhorabuena, ella y yo tenemos derecho a ser felices.
Y claro que hay personas tristes en silla de ruedas, las que no quieren salir de casa, las que critican la felicidad de otras, las que creen que la sociedad tiene la culpa de todo, las que temen tomarse una foto pues no soportan una crítica, las que no soportan el verse al espejo en la silla de ruedas, Etc. Pero incluso ellas pueden ser felices pensando de esa manera, entonces lo que sucede es que yo no sería feliz así.
Por tanto, no todas las personas sin discapacidad son felices, lo que sucede es que muchas de esas personas no podrían ser felices en una silla de ruedas.
De Byron Pernilla
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