Terminar una relación sentimental no es algo que afecta igual a cada ser humano, independientemente de los motivos o si se discapacidad, el que más amó será siempre el que más sufrirá, lo que no implica que el rompimiento no se pueda superar.
También la situación de un rompimiento no será igual si hablamos de un noviazgo o un matrimonio, al menos esto será mi opinión por experiencia, pero no podría asegurarlo en otras vidas, ya que ningún ser humano amará exactamente de la misma manera.
Soltar un noviazgo
De joven sin discapacidad experimenté un rompimiento que sí me afectó, ella me gustaba un chorro, pero era muy juguetona con sus amigos, la puse a elegir y perdí. A mis 14 años aprendía que yo no era imprescindible, me dolió ya que debí ver como ella prosiguió como si nada; lo cierto es que yo hice de igual manera, el orgullo quizá nos sostuvo a ambos, aunque nunca sabré si fue solo a mí. Tuve algunas otras experiencias, pero esta la recordaré siempre, quizá sentí amor y no supe manejar los benditos celos.
Tras mi accidente tuve algunas experiencias, la primera fue dura, en aquel momento conocí ese sentimiento en una edad en la que ya razonaba, y la intensidad de veras que fue dura. Por primera vez un sentimiento diferente me hacía llorar, algo que no tenía explicación para mí, no fue con enojo, rencor u odio, simplemente era la impotencia de admitir que ella nunca sería para mí. Simplemente lo solté, me limpié los ojos y decidí no dar “color”, o bueno, que no se supiera en especial ella; tuve algunas parejas tan solo para olvidarme de aquel sentimiento, de lo que era un imposible según yo; hoy creo que escapaba a mi cobardía de luchar, pues entonces al ser nuevo en esto de la discapacidad, me había convencido que mi silla de ruedas era lo que me haría perder frente a cualquiera que no la tuviera.
Me equivocaba en esto último, perro la estrategia funcionó, un clavo saca otro clavo, y si pruebas varios, alguno lo sacará de una vez; suena sencillo, pero lleva su tiempo y dependerá de la sociabilidad que uno pueda cultivar, así como de la imagen que trasmitimos a los demás, por ello, por más que te afecte es importante cuidar de nosotros, al final lo verdaderamente importante en esos momentos es preservar la dignidad. Mi silla fue mi pretexto para no pelear, si hubiese sido por ella, no hubiera encontrado clavos para sacar el clavo que verdaderamente me importaba.
Soltar un matrimonio
Terminar cuando hay años de vivir juntos es difícil, no digamos si hay hijos de por medio, es totalmente diferente. Es algo que trasciende los sentimientos, se siente un real dolor en el pecho, que te falta algo que te hace funcionar. Entra en tu ser como un virus sin cura inmediata, se debe vivir, ignorar el sentimiento no tiene buenas consecuencias. Es acá donde nuestro proyecto de vida viene al rescate, una persona ocupada tiene más facilidad de acortar el tiempo de luto ante la pérdida; pero igual de importante, o más, es el desahogo, en mi caso fuer la fe.
Creo que como persona con discapacidad un rompimiento a esas alturas de la vida puede afectar la perspectiva, y culpas a la otra parte de no cumplir lo prometido en los buenos tiempos, te torturas pensado que esa persona tendrá más oportunidades que tu de superarlo, y la auto compasión te consume al punto de superarla con odio. Es entonces que te vuelves fan de la canción “ojalá que te mueras”. Me avergüenza reconocerlo, pero es un sentimiento humano que nos inunda, deseamos que todo le salga mal para que sienta lo que nosotros experimentamos en ese momento. Superar ese sufrimiento no se logra publicando una vida fantasiosa como hoy se pretende en las redes sociales, no es algo que se supera con ser “positivo”, o en otros brazos, en ese momento te sientes tan desvalorado que crees que perdiste a la única persona que te entendía.
Aquel momento para mi fue uno de los más oscuros en cuanto a autoestima, si quedé afectado. Pero lo que nunca imaginé que me ayudara, funcionó. Unos amigos me empezaron a llevar a una iglesia, su amistad y el esfuerzo que hacían todos los fines de semana por llevarme a la iglesia me impresionaron tanto que lo que inició como una simple cortesía mía por no tener otra cosa mejor que hacer, me terminó cambiando el pensamiento.
hasta entonces creía que todo lo que había logrado era por lo pilas que era, que me lo había ganado, que me lo merecía. Comprendí que se me había permitido, pues otros como yo, ni siquiera habrían sobrevivido y si lo hicieran, por el estrato social de donde vengo, a lo mucho hubiese terminado pidiendo planta en alguna esquina. Revaloricé mi existencia, aprendí a ser agradecido. Tras meses sin tener trabajo, logré emplearme de nuevo, y mi vida empezaba de nuevo a carburar.
Pero había algo que no estaba bien. A veces veía con odio a las parejas en la calle, me enojaba pensar que lo había perdido para siempre. Al crecer con 6 hermanastros, añoré siempre una familia, eso abonaba mi desdicha. Mis amigos arreglaron 2 citas con chicas de la iglesia, fue un gesto muy bonito, pero yo me sentía como objeto de lástima, eso imaginaba que sería lo único por lo que alguien saldría conmigo en aquellos días. Muchos tratan de consolarte diciendo “si no fuera por la discapacidad”, lo jodido es que de tanto escucharlo se convierte en una “verdad” que te sume en depresión.
Pero verdaderamente todo se resumía a una especie de odio que sentía por mi expareja. No era mi expareja, era ese odio a perder y a no admitir culpas. Todo terminó una noche, cuando entendí que debía perdonar. Aquel perdón vino desde adentro, en una habitación a solas, ahí solté esa carga, que es de las más pesadas que se puedan cargar.
Dije a dios, admití que también había sido mi culpa, el olvidarme de los detalles, de ignorar sus sentimientos y enfocarme solo en mis necesidades. Reconocí que al final, no era ella la ausencia que me dolía, sino la idea de lo que representaba, mi esposa. Aquella noche terminó todo. No desee venganza, ya no quería odiar, ese no era yo. Pedí que le fuera bien, que no saboreara nunca el trago amargo con el que yo me levante por días, que encontrara un mejor hombre que yo y que fuera feliz. Fue una despedida en total soledad.
Parecerá mentira, pero al otro día es todo diferente, la almohada estaba mojada, pero el sol brillaba diferente, había tantas cosas por hacer que tiempo era lo que necesitaba.
Amar es una elección, jamás una obligación
Un gran error es pensar que nuestra pareja nos pertenece, claro que así es en lo sentimental, pero en la realidad somos seres independientes, con sueños parecidos, pero decisiones diferentes, y con nuestros mismos derechos de alcanzar metas y disfrutar la vida de una manera particular. El sentido de pertenencia es hermoso, pero igual el amor debe ser más grande, y este versa en querer ver que la otra persona es feliz, y eso no es necesariamente con nosotros, al comprenderlo habremos entendido lo que es amar y soltaremos el egoísmo.
Debemos aprender a soltar, la vida es un ciclo cuyo funcionamiento se basa en ciclos, esos tiempos se cumplen y terminan quieras o no, pero dan paso a nuevas etapas, que si las ves sin el cristal oscuro del rencor, te mostrarán paisajes por descubrir, sensaciones nuevas por sentir y seres maravillosos por conocer.
En mi caso fueron varios factores, pero la fe fue la principal, debía creer en algo y fue en Dios. Esto no es una predica, creo que si no crees un psicólogo puede servir de mucho, amigos que tengan esa fe necesaria, al final buscar ayuda. Salir me llevó entre 4 y 6 meses, mucho crédito tienen mis mejores amigos.
Cuando admites culpas, aceptas que el amor terminó, has perdonado y te has perdonado a ti mismo, entonces comenzará otro ciclo. Quédate con lo lindo que fue, con los mejores momentos, lo otro no vale la pena. La discapacidad acá no pinta, ella no me define, pues lo hacer mi forma de ser y responder a las pruebas que todo ser humano puede llegar a experimentar.
De Byron Pernilla
Esta canción es parte de la banda sonora de muchos que pasamos por un rompimiento y decidimos soltar la carga, al final nos llevamos las emociones positivas para siempre.
Dedicado a todos los que pasan ese difícil momento.