Era una tarde del 24 de diciembre, pasados mis veinte en un jardín observaba cómo la tarde menguaba en San Lucas Sacatepéquez, en una casa hogar; en mi silla de ruedas veía cómo la hija de la señora de la limpieza jugaba con los pedazos de papel de regalo que unas personas caritativas habían llevado a esos seres olvidados recluidos ahí, entre ellos yo.
La chiquilla tendría unos sus 6 años, al preguntarle a su madre por el padre de la nena, está me dijo que al saberlo él, se había ido del pueblo. Recuerdo ese sol amarillento sobre aquella bien cuidada grama, el viento ya helaba y aunque había tratado de no estar triste por la fecha y sentirme solo, el ver a la chiquilla y lo dicho por su madre, me terminó de fregar.
¿Cuántos en aquel lugar hubiesen querido alguien para abrazar aquel día? Entonces aun creía que la vida obligadamente debía ser justa. Cuando tenga un hijo, lo amaré con todas mis fuerzas le dije a la señora, que escoba en mano, hizo una mueca de risa, asintió con la cabeza y se encogió de hombros, como alguien que escucha algo fantástico, poco creíble. Entonces no sabía que la mayoría de personas cree que una persona en silla de ruedas no puede tener hijos.
Recuerdo aquella primera prueba de embarazo que tuve en mis manos, no sé cuánto tiempo la tuve entre mis manos leyéndola una y otra vez, lo cierto es que mi mente volaba, viendo su graduación como varón o pensando cómo fregados iba a bailar en sus 15 años si era chica.
Entonces ya empezaba a trabajar, pero la venida del bebé me hizo pensar que no era suficiente, y así inicie una serie de emprendimientos que no tuvieron tanto éxito, pero lo hice pensando ya no en mi futuro, sino el de mi hijo. Y es que tener hijos no solo es el hecho de practicar un derecho, conlleva una gran responsabilidad diría el tío de Peter Parker.
Procrear cualquiera puede, ser padre es algo que algunos llevamos en el alma, es tener alguien a quien enseñar lo que nos enseñaron, es saberse el refugio de un corazoncito, es castigarlos aunque duela, y abrazarlos con besos aunque sean unos viejonazos.
Mitos y verdades de la paternidad con discapacidad física
Dependiendo del nivel o tiempo de lesión, o de la reacción de un cuerpo, una persona con lesión medular puede engendrar, ya sea naturalmente o con asistencia médica. Yo tengo una teoría que les comparto como información a considerar. Después de alrededor de 13 años de mi lesión, mi esperma ya no era fértil, aunque seguí siendo sexualmente activo, o sea, infertilidad no impotencia. Esto lo relaciono a que la asociación internacional de ciclismo exige que sus ciclistas deben guardar su esperma (congelarlo en un laboratorio) si quieren ser aceptados profesionalmente, y aunque dicen que es por el ejercicio, yo he pensado que se trata del calor que se genera en el área. Vivencia que puede ser útil para colegas o padres de chicos con lesiones medulares.
Consciente estoy que tener hijos no es la prioridad de una persona con discapacidad, pero llegado el momento de planteárselo, no deben desanimarse con los primeros obstáculos. Hoy día hay varias formas de procrear, un especialista puede ayudar en las disfunciones propias de un caso específico.
Uno de mis amigos en silla de ruedas, súper trabajador, quería un chico, pero no encontraba candidata, entonces adoptó. La historia de ese cuate me llena el corazón, verlos hoy felices tras 14 años es algo que emociona mucho. Un niño no pide venir al mundo, es la responsabilidad de un adulto que se compromete a llegar a las últimas consecuencias para agradecer a Dios la oportunidad de escuchar que le digan: papá.
El primer mito que debe derribarse es que una persona usuaria de silla de ruedas no puede ser padre por la condición: hay muchas formas de hacerlo. El segundo, que una persona con discapacidad no será capaz de sostener un hogar, esto lo desmentimos, claro que nos enfrentamos a más dificultades que otras minorías, pero muchos lo logramos. La tonta idea de que una mujer se fija en una persona con discapacidad solo por lástima debe borrarse de la mente de la colectividad, incluidas las propias personas con discapacidad, aunque para esto debemos trabajar seriamente en nuestro proyecto de vida, y no piensen que solo lo lograrán los de alto perfil o familias acomodadas, se puede lograr peleando cada centímetro de tu proyecto de vida, lo digo yo, que mi primera residencia con mi primera pareja, era un cuarto de 4×3 metros, una cama, una estufa, un sartén, una olla y 3 platos.
Como padre con discapacidad física (tetraplejía), usuario de silla de ruedas, les puedo decir que las personas más inclusivas en cuanto a nuestra discapacidad son los hijos, ellos no se dan cuenta que tenemos algo llamado discapacidad hasta que la sociedad se los dice, entre 5 y 7 años. Por esto es importante entender que no solo se trata de querer un hijo, debemos saber que tenemos que sostener lo que queremos, y tras lograrlo, hay que dejar algo más que lo material, y no es una selfie, es el coraje de seguir adelante dignamente aunque uno ya no esté.
De Byron Pernilla
*Agradezco a mi padre haberme enseñado con su ejemplo.
*Dedicado a los jóvenes con discapacidad física usuarios de sillas de ruedas